jueves, 7 de abril de 2016

Antonio Díaz reseña Snakewood, de Adrian Selby

De nuevo doy la bienvenida a Antonio Díaz que, de forma simultánea con Leticia Lara en Fantástica Ficción, analiza hoy para nosotros Snakewood, de Adrian Selby. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando Troy, de Sinéad O'Connor (YouTube, Spotify).

Snakewood es el debut literario de Adrian Selby y una de las novedades de la vertiente más oscura del género fantástico para el 2016. El elemento principal de la novela es el legendario grupo mercenario conocido como Kailen's Twenty, compuesto por los mejores especialistas en todas las facetas de la guerra. Durante varias décadas vendieron sus talentos al mejor postor hasta que tras un último trabajo deciden separarse. Quince años más tarde, Gant, uno de esos mercenarios, recibe noticia de que alguien los está matando uno a uno. Una historia fantástica y muy oscura de venganza con claros elementos de western crepuscular y una sinopsis bien hilada fueron suficiente para animarme a leerme la novela.

Lo primero que destacó en la lectura fue su dificultad. Ya en el primer capítulo, que narra una emboscada desde el punto de vista de Gant, empiezan a aparecer obvias faltas ortográficas y gramaticales. Pero no se asusten: son intencionadas. También pueden apreciarse algunas palabras medievales un tanto oscuras (más de una la tuve que buscar), abundantes referencias a plantas ficticias y el uso de términos para referirse a las extrañas técnicas de táctica, combate y estrategia de la novela. Conforme te adentras en la novela, aprendes los términos y te familiarizas con la lista de personajes la cosa mejora mucho.

Adrian Selby ha decidido acometer en este debut un proyecto muy ambicioso. La novela está estructurada en capítulos y cada uno de ellos es bien una carta enviada por el personaje cuyo punto de vista estamos siguiendo; o bien un informe elaborado por el misterioso Fieldsman 84 del Post; o quizás la transcripción de una entrevista a otro personaje sobre alguna antigua hazaña de Kailen's Twenty; etcétera, etcétera. Es un planteamiento que, si bien no excesivamente original, resulta atractivo y está bastante logrado. Selby ha adaptado su lenguaje al de cada uno de los personajes y su estilo al que corresponde a cada uno de los materiales incluidos. De esta manera, parece que nos encontramos ante una especie de compilación en forma de archivo más que en una novela. No me extrañaría que en la edición en papel cada capítulo tuviese una calidad y tipo de papel y fuente distintos. El juego de flashbacks y múltiples cambios de puntos de vista ayuda a mantener la tensión aunque no avancen demasiado la trama. Desgraciadamente, en el último cuarto los flashbacks se hacen innecesarios y excesivos y perjudican a la novela.

Al principio da la impresión de que hay demasiados personajes y cuesta un tanto seguir el hilo para saber sobre quién se está hablando cada momento. Esto, unido a la abundancia de puntos de vista en la primera parte del libro me obligó a llevar un pequeño índice. Tras ese primer tercio, cuando la trama se enfoca y la calidad del narrador medio mejora con la aparición de un par de personajes con estudios que narran de forma mucho más accesible, la novela coge velocidad. A estas alturas, ya se entiende todo lo básico sobre el curioso worldbuilding y se ha dado información suficiente sobre la mayoría de los integrantes de Kailen's Twenty. Por si fuera poco, la trama se agiliza, cobra mucho interés con la presentación de un nuevo personaje clave y las páginas vuelan.

Sin embargo, en el último cuarto las cosas empiezan a fallar. La revelación de un par de misterios particularmente centrales le restan interés al libro al obligar a los personajes a dar vueltas sobre sí mismos tratando de averiguar algo que el lector ya sabe desde hace tiempo. Además, el punto de apoyo central de la novela (la razón de la venganza) no logró satisfacerme completamente. La inclusión de capítulos de flashback cuando ya estaba casi todo el pescado vendido rompió el ritmo intenso que llevaba la novela, sacándome de la lectura, y no pude volver a entrar plenamente. El final de la novela me decepcionó porque Selby no supo aprovechar el worldbuilding para dar un último giro ni tampoco pudo atar satisfactoriamente las motivaciones de sus personajes para que sus acciones tuvieran sentido. Da la impresión de que se ha dejado llevar por la cinematografía del momento y por la idea que tenía en su cabeza sobre cómo deberían ser las cosas en lugar de seguir el camino que trazaban sus personajes.

Sin lugar a dudas, lo mejor de la novela ha resultado ser el worldbuilding. Adrian Selby nos presenta un mundo en el que la magia es una leyenda y los 'magists' (porque se ve que 'wizards', 'sorcerers' o 'mages' son demasiado mainstream), si es que alguna vez existieron, han desaparecido. Sin embargo los alquimistas (llamados drudhas) se dedican a sintetizar compuestos químicos a partir de plantas y animales para crear todo tipo de sustancias. Muchas mejoran la vida diaria y la industria, pero Selby se centra en las utilizadas para la guerra. En combate, cada guerrero que se precie debe llevar su cinturón de campo; cuando vea venir la acción de lejos le pegará un buen trago a su brebaje de combate para ponerse a tono y restregará su espada con una pasta. Si los arqueros enemigos disparan bolsas de esporas, se pondrá su máscara. Si son polvos, untará sus ojos con un colirio que aumentará su visión. A estas alturas, el brebaje de combate ya habrá hecho efecto y sus músculos serán más grandes, su oído tan agudo como para escuchar conversaciones a decenas de metros, su olfato le permitirá oler a sus enemigos y su calor, detectarlos. No olvidará aplicarse corteza y un emplasto rápidamente si es arañado por una flecha o espada, porque sólo unos segundos pueden ser decisivos para sobrevivir. Y, cuando todo haya terminado, irá a un lugar tranquilo para sufrir el descenso y pagar el color por el abuso que le ha dado a su cuerpo.

Todo lo que rodea el sistema de las plantas es absolutamente fascinante e increíblemente original. En un género que lucha contra el inevitable estancamiento es refrescante ver ideas nuevas tan bien pensadas y aplicadas. Ciertamente, los términos derivados de este worldbuilding colaboran a que sea una lectura un tanto difícil pero en este caso están totalmente justificados. Selby ha pensado largo y tendido sobre este sistema de “magia” y le ha sacado un gran partido a lo largo de toda la novela.

En resumen, es un libro que me ha dejado con sensaciones encontradas. Por un lado, los tirones en el ritmo y la colocación de ciertos capítulos (que yo habría cambiado de sitio o incluso quitado por completo) le restan calidad a la novela. Pero por otro, este sistema de guerra química con armas blancas, arcos y flechas es redondísimo y está exquisitamente elaborado. Quizás el problema de Selby ha sido el exceso de ambición en una primera novela a la que quizás no ha sabido dar los pespuntes finales que la convertirían en un bombazo. Esperemos que no se desanime y siga escribiendo ya que quedo con muchas ganas de leer su siguiente obra.

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