lunes, 23 de febrero de 2015

Touch, de Claire North


Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Invisible Touch de Genesis (Spotify, YouTube).

No se puede negar que Claire North tiene un talento para inventar premisas fascinantes. En The First Fifteen Lives of Harry August teníamos al hombre que vivía una vida tras otra. En Touch, el protagonista tiene la capacidad de saltar de un cuerpo a otro sólo con tocarlo. Mola, ¿verdad?

Así que Touch parte de una premisa extremadamente atractiva. Pero también es inherentemente peligrosa. Después de la novedad inicial, puede perder la gracia con rapidez y sólo un autor con un sentido del ritmo y el equilibro casi perfecto puede hacer que funcione durante toda una novela. Y ahí es donde Claire North lo borda. Touch es, principalmente y desde la primera escena, un thriller. Encontramos persecuciones, asesinatos, escapes por los pelos y, sobre todo, un misterio (¿por qué mataron a Josephine Cebula?) que es el motor de la historia (y que funciona a las mil maravillas).

Pero Touch es mucho más que un thriller típico. North no sólo plantea la idea de poder cambiar tu cuerpo con el de un extraño con sólo un roce, sino que explora profundamente cómo sería la experiencia, cómo viviría una una persona con ese poder. La novela investiga estas ideas mediante flashbacks que son tan interesantes como la trama central o, simplemente, mostrándonos cómo el protagonista usa su capacidad para conseguir comida, ropa y dinero.

En este sentido, la prosa de North es increíblemente adecuada para reflejar los saltos, hasta el punto de que casi podemos sentir el mareo y la desorientación, además de la embriagadora emoción de todo el proceso:
I slipped from skin to skin, a bump, a shudder, a slowing-down and a speeding-up, a swaying of the carriage, a stepping on another's foot, I am
a child dressed in school uniform
an old man bent double over his stick.
I bleed in the body of a woman on the first day of her period,

ache down the soles of my tired builder's feet.
I crave alcohol, my nose burst and swollen from too much of the same.
The doors open and I am young again, and beautiful, dressed for summer in a slinky dress and hoping that the goosebumps on my flesh will not detract from the glamour I seek to express.
I am hungry
and now I am full,
desperate to pee by the carriage window,
eating crisps in the seat by the door.
I wear silk.
I wear nylon.
I loosen my tie.
I hurt in leather shoes.
My motion is constant, my skins are stationary, but by the brush of a hand on the rush-hour train
I am everyone.
I am no one at all.
La acción de Touch se desarrolla en una miríada de ciudades diferentes. De Estambul a Belgrado, de París a Nueva York. Y, en cada caso, North consigue describir perfectamente cada lugar con sólo unas cuantas y maravillosas frases:
Sisli Mecidiyekoy was a place sanctified to the gods of global unoriginality. From the white shopping arcades selling cheap whisky and DVDs on the life of the Prophet Muhammad to the towering skyscrapers for families with just enough wealth to be great but not quite enough to be exclusive, Sisli was a district of lights, concrete and uniformity. Uniform wealth, uniform ambition, uniform commerce, uniform, ties and uniform parking tariffs. 
El alma de Touch son, por supuesto, sus personajes. El protagonista sin nombre cuya apariencia siempre es diferente pero al que llegamos a conocer íntimamente. Y todos los fascinantes personajes secundarios: Alice Mair, Nathan Coyle, Janus... Y Galileo, siempre Galileo. Touch es, bajo toda la acción y la violencia, una novela sobre qué significa ser humano. Sobre el amor y el odio. Sobre aquello por lo se debe vivir. Sobre aquello por lo que se puede morir.

Touch es una novela casi perfecta, pero también tiene algunos fallos menores. No es, en modo alguno, una lectura sencilla y, a pesar de que la brevedad de sus capítulos parece una invitación a leerla de un tirón, en muchas ocasiones se me hizo necesario interrumpir la lectura tras pocas páginas porque era demasiado para asimilarlo de una sola vez. Creo, además, que la novela es ligeramente más larga de lo necesario. Algunas de las escenas de persecuciones, especialmente en la parte final del libro, apenas añaden nada nuevo y podrían haber sido suprimidas sin afectar a la trama.

Pero teniéndolo todo en consideración, Touch es una novela fantástica. Una trama que atrapa desde la primera página, una caracterización profunda y una prosa magnífica que la convertirán, sin duda, en uno de los libros más importantes del año. La recomiendo encarecidamente y estoy ansioso por encontrar tiempo para leer The First Fifteen Lives of Harry August y todas las novelas que Claire North ha escrito como Catherine Webb y Kate Griffin. Si son tan buenas como Touch, estoy seguro de que voy a disfrutarlas plenamente.

(You can also read this review in English/También puedes leer esta reseña en inglés)   

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